miércoles, 25 de marzo de 2020

Día 8. Miércoles. El patio


Buenos días. Continuo con las reflexiones. Después del tema alimentación vamos a ver qué hacemos en clase cuando terminamos de comer.  En estas edades los niños tienen capacidades suficientes para recoger y limpiar. Puedo apreciar los niños que están acostumbrados a hacerlo o los niños que están acostumbrados a que se lo hagan. Podemos empezar en casa, para aquellos padres que todavía no lo hacen, a dejarles que recojan, que limpien y se vayan haciendo responsables del espacio que utilizan.
Entiendo, como padre que soy, que muchas veces por prisas acabamos haciéndoles tareas que ellos saben hacer perfectamente. Vamos a ayudarlos dejando que lo hagan sólo y apoyando cuando lo necesiten.



Pues es hora de salir al patio. Nos encanta salir al patio. Es la asignatura que más nos gusta. Aunque a veces me piden volver a clase... Señales que me demuestran que están a gusto dentro del aula (y más calentitos) El momento de patio en educación infantil sigue siendo un momento pedagógico. Aunque podemos hacer turnos los maestros para atender y vigilar durante media hora en esta etapa decidí estar presente todos los días. Durante el patio ocurren muchos momentos. Momentos de tranquilidad y juegos que requieren concentración, juegos individuales y colectivos, juegos alterados y de persecución, juegos de música, de excavaciones, simbólicos de cocina (hacen pasteles de chocolate riquísimos y helados), juegos populares (pilla-pilla, escondite, reloj reloj, patio de mi casa, rayuela...).
Ocurren también conflictos que a veces lo resuelven rápidamente entre ellos y otras veces necesitan la mediación de un adulto.
Dentro del currículo de Infantil, el momento de patio abarca el Área de Conocimiento del entorno.

Discrepo con muchos compañeros que castigan o castigaban sin patio a un niño. No hablo ni mucho menos de este curso ni de este cole. No es el caso. Pero sí he visto cómo niños a niños se les privaba de esta necesidad de salir, de movimiento, de relación con el otro haciendo uso, o abuso, mejor dicho del poder del maestro con esta técnica más que educativa casi carcelaria. No entro en el debate ni pretendo criticar los métodos de cada uno. Pero en mi opinión son técnicas para tener el control y a veces pagamos con los niños nuestras propias frustraciones. Es hora de plantearnos los métodos de castigos y recompensas. En mi clase se intentan evitar. Sin castigos. Sin recompensas. La recompensa está implícita en la actividad, en el bienestar interno y no depende del otro ni del exterior.

Libro interesante para leer: Naomí Aldort, Aprender a educar sin gritos, amenazas ni castigos.


Lo bonito de compartir vigilancia es que existen diferentes opiniones en cuanto a los límites en el patio. Y digo bonito porque a pesar de tener diversas opiniones podemos llegar a acuerdos. Podemos aprender el uno del otro. Empatizar. Que una persona no piense cómo nosotros no significa que no la tolere y la respete. Incluso la entienda y a la vez yo me conozca más a mí mismo. Yo suelo ser más permisivo en cuanto a la toma de riesgo de los niños. Pienso que son ellos los que tienen que ver sus limitaciones y asumir los riesgos aunque el responsable de un posible accidente al final recae en los maestros que vigilamos. Entiendo entonces que se les limite ciertas acciones (escalada por los columpios, subida de pie en los troncos, subir a la valla, ir a la fuente) 
Cuando suena el timbre solemos quedarnos un rato más en el patio y saben que pueden probar cosas nuevas siempre con sentido común. No pueden subir a la valla del cole donde hay una altura considerable pero sí pueden probar a escalar, jugar con las ruedas, investigar la fuente, el patio de los mayores y todos en grupo y a la vista. Nos cuidamos los unos de los otros y nos avisamos de posibles accidentes. 
Recuerdo que un un curso me criticaron por ser demasiado tranquilo. A veces de ser demasiado autoritario y prohibirles ciertos juegos. Otros de ser estricto, otros por ser permisivo... 
Durante este curso no han ocurrido accidentes graves excepto la pillada con una puerta de un dedo a un niño y una piedra voladora que cayo en la frente de otro. Las dos fortuitas con acciones rápidas de atención y primeros auxilios por parte de los maestros.
En mi carrera desgraciadamente tuve que atender tres bastante graves. Atragantamiento, traumatismo craneoencefálico y anoxia cerebral. En diferentes cursos y con diferentes niños. Afortunadamente todos con finales felices gracias a una rápida atención de primeros auxilios (Curso que tengo realizado).
Podemos ser permisivos con nuestros niños y dejar que asuman riesgos dentro de una zona controlada y sin cometer  imprudencias. Pero también debemos ver en qué momentos. Por ejemplo y aprovecho para decirlo aquí, no estoy de acuerdo que los niños se suban por las vallas a la salida del cole, ni que salgan corriendo y saltando o jueguen al pilla pilla en ese momento. Ni tampoco en un bar con mesas comiendo. Entiendo la necesidad del niño de movimiento pero también los modales y el buen comportamiento social para la convivencia. Vamos a enseñarles cómo comportarse en diferentes lugares y momentos. No es difícil. Sólo hay que hacerlo.

¡Os mando un abrazo!







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