lunes, 1 de junio de 2020

Día 48. R. Sensorial III. Escalera marrón y Límites, respeto, libertad y amor.

 
¡Buenos días! ¿Qué tal? 

Ya publiqué actividades de lectoescritura y lógicomatemáticas que tenemos en el aula y que podemos ir haciendo en casa.

Vimos además un poco del rincón de vida práctica y sensorial. Muchas de las actividades que aquí se proponen preparan al niño indirectamente en habilidades que le ayudarán para adquirir capacidades de lectoescritura y lógicomatemáticas. Me recuerda un poco a la película "Karate Kid" la famosa práctica de dar cera pulir cera. Haciendo una actividad práctica aprende una técnica que le ayudará en futuros retos...


Vamos a ver algunos de los materiales del rincón sensorial cómo se usan  y qué desarrolla.

ESCALERA MARRÓN



Con este material trabajamos la vista y el tacto. Vemos las partes gruesas y delgadas. La más gruesa pesa mucho. Y la más delgada pesa poco.

Así pues el niño usará el material en una alfombra para delimitar su espacio de juego y cuidar del material que deberá agarrar los bloques pesados con sus dos manos.
Una vez que el niño es capaz de colocar la escalera en orden se le propone que coja el bloque o prisma más delgado y lo suba al siguiente bloque. Así hasta el prisma 9. Nos damos cuenta que al colocar el prisma más delgado encima del siguiente prisma quedan a la misma altura. Estamos trabajando además del concepto de grosor el sistema decimal, la suma, los números al cuadrado... Dar cera, pulir cera.


Este material tiene su control del error (al colocarlos desordenados no aparece la escalera) y se presenta al niño para que lo cuida y aprenda a usarlo. Muchas veces tienden a golpear los prismas entre sí y se les enseña a que cuiden el material y si quieren golpear existen otros materiales para ello como el panel de los sonidos del patio.


Toda prohibición esconde una necesidad. Para mí es básico entender esto en esta etapa de Infantil y saber encontrar los límites con respeto. Hoy día existe una gran confusión a la hora de enseñar a los niños. Por un lado tememos pecar de demasiados autoritarios como lo pudieron hacer nuestros padres con nosotros y por otro lado, cada vez se ve más, pecar de demasiado permisivos al intentar no hacerlo como lo hicieron con nosotros. La cuestión es que cada vez veo más niños sin límites claros, padres y madres más cansados, intentando mantener la compustura mientras el niño grita, increpa o haces gestos inadecuados y alterados. He oído muchas veces por parte de muchos padres "Déjalo, que es un niño", "Cariño mío, no me gusta que me grites ni me insultes..." Y el niño no es capaz de parar. Justificamos su comportamiento, nos da vergüenza corregirles en público o nos pasamos de amenazas y gritos en privado.

Existe hoy día una gran confusión entre libertad, límites, amor y respeto. Mi manera de entender esto es la siguiente. El niño necesita límites claros, seguros que le permitan actuar respetando al otro. Pongo el ejemplo con la escalera marrón. El límite es claro. No se golpean los prismas entre sí para no estropear el material. Esa prohibición esconde una necesidad del niño que puede saciar con otra actividad donde el niño sí puede golpear ya sea tocando un tambor en un momento y espacio adecuado (Panel de sonidos del patio) Niño sacia necesidad con respeto al otro y al material. Yo sacio mi necesidad de tranquilidad, cuidado de material y orden.
Si no cumple con la norma clara y precisa de no golpear el material pues simplemente el niño no está preparado para usar el material y no lo usa. Punto. Tan sencillo. Pero lo que tan sencillo aparentemente resulta lo complicamos. Podemos encontrar casos de niños que siguen golpeando el material si el adulto no tiene el límite claro y mientras el niño golpea el adulto le habla y habla y dialoga y justifica...."Amor, pienso que no deberías golpear... porque me pongo triste... y esto no se trata así...si no pues voy a tener que..." 
Resultado de hablarle como a un adulto con capacidad lógico semántica y telencéfalo o parte prefrontal del cerebro plenamente desarrollado a un niño. Uno. Niño sigue golpeando, material roto, adulto frustrado que puede o no controlar su emoción de enfado gritando más o menos al niño. Dos. Quito el material y creo que me ahorro el problema. Tres. dinámica con el niño de no escucharnos, no respetarnos nuestras necesidades. La de golpear del del niño y tranquilidad y orden la del adulto.

Así que está claro que a veces nos permitimos gritar al niño, amenazarle, castigarle cuando la dinámica es como una bola de nieve que se hizo grande con el tiempo. Pero, ¿le gritaríamos tanto a un invitado que viene a casa y se le cae la comida del horno tanto como a nuestro propio hijo? ¿Respetamos más a un invitado que a nuestro propio hijo?

No estoy diciendo que no se le hable al niño pero sí nos podemos ahorrar muchos discursos, amenazas y gritos si empezamos a conocernos más nosotros mismos. Si ponemos límites precisos y claros que ayuden a la convivencia y respeto de necesidades de todos. Conocer el desarrollo del niño, sus capacidades, sus necesidades, su historia, su temperamento, su genealogía, su eneatipo... Estar atentos a las necesidades de los niños no cubiertas. Estar atentos a nuestras propias necesidades no cubiertas y empezar a atenderlas. Poner límites claros con amor. La libertad implica responsabilidad. El niño es libre de golpear el material porque lo necesita pero somos nosotros los adultos responsables que el niño respete el material, al compañero y a nosotros y proporcionarle un ambiente adecuado para ello. El niño es libre de trepar un muro o la pared del colegio pero es nuestra responsabilidad enseñarle cómo comportarse en horario escolar, horas de libertad en el campo, en un rocódromo o en diferentes entornos y momentos sociales. ¿O vamos a los bancos metiendo saltos y gritando? Como el arte del clown me encantan las alteraciones de comportamientos sociales pero saber medir el momento y controlar el respeto es básico. Enseñar a los niños a saludar, decir por favor, dar las gracias, pedir perdón y tener ciertos modales es necesario.

El niño todavía no está preparado moralmente para ciertos comportamientos. Démosles una buena base y un buen ejemplo y luego que nos sorprendan con una actitud favorable para la sociedad basada en el respeto, el autoconocimiento y conocimiento del otro. En el amor.

Vaya. Pues sí que da una escalera marrón... Mañana la Torre rosa... Un abrazo a todos y a todas y ¡a la crianza respetuosa!

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